miércoles, 8 de junio de 2016

Junio

El paso de los años y mis propias circunstancias vitales han traído algunos regalos inesperados. Uno de ellos es la recuperación del placer de junio, ese mes maravilloso y maldito, que en la infancia fue la promesa de los veranos interminables, del sol y los descubrimientos, y que luego quedó sepultado por el peso insufrible del tiempo de exámenes, de, más tarde, el papeleo, el cierre de los cursos, las memorias. 
Recuperar junio, los días largos, las cerezas en los árboles, las puestas de sol a las diez de la noche, las conversaciones, la vida extendiéndose como, de nuevo, promesa de lo que será.
En algún sitio suena una vieja canción, y se hace de noche muy despacio. En algún sitio hay un latido,  y otro, y el hueco que entre uno y otro admite labios y silencio cómplice.

Recuperar  junio, amar sus días, despertar en los brazos de un amanecer insomne.

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