domingo, 24 de julio de 2016

Mudar la piel

Ir cumpliendo días, avanzando meses, creciendo años, y sobrevivir, supone, inevitablemente, practicar la reinvención como arte.
Estos días pienso particularmente en ello, porque tal vez es el momento de poner un punto y seguido (o tal vez final, pero para eso no siempre hay narices, qué demonios, no dejo de ser una cobarde de manual). Y entonces, mientras me aplico a un silencio terapéutico y sanador, buceo en otros mares, los que habitan, los que me hacen más mía, los que están curiosamente habitados por las personas imprescindibles, que abrazan sin apretar, que te enseñan la letra sin que entre a base de sangre, que ofrecen sus corales y su belleza de forma gratuita.
Ellas, esas personas, son la vida.
Y ni siquiera saben, hasta qué punto me salvan la mía.

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